¡Hola de nuevo!
Pretendía dejar el blog a tiempo actual, pero me da que no
lo he conseguido =P . A ver si para la próxima…
Como ya os comenté en la entrada anterior, el fin de semana
del 28-29 estuve bastante ocupada. Durante esa semana pasé mucho tiempo en la
universidad con los del laboratorio, ayudándoles a preparar lo que llamaban
“Minna no Matsuri” y que, evidentemente, no tenía ni remota idea de lo que era,
aparte de un festival (minna= todos, no= partícula de posesión, matsuri=
festival, véase, festival de todos). Especificando un poco, ayudarles a
preparar fue básicamente hacer origami con papel de váter, que, por muy
ridículo que pueda llegar a sonar, salían unas flores parecidas a claveles muy
bonitas.
El primer día tocaba hacer unas 50 flores de esas por
cabeza, para lo cual invertimos unas 3 horas de cortar, separar, doblar y
deshacer el papel de váter hasta que se convertían en preciosas flores. El
ambiente mientras estábamos trabajando era relajado: hablaban, contaban
chistes, ponían música… Pero claro, yo no me enteraba de la mitad, así que al
de una hora de estar haciendo flores, ya me estaba muriendo.
Cuando me fui a casa, creía que esa iba a ser la única vez,
pero no, el resto de la semana fue incrementando el trabajo exponencialmente,
cada vez con más prisa por la cercanía del evento. Así que os podéis imaginar la
cantidad de ellas que hicimos si nos pasamos todos los días doblando flores de
varios tamaños.
De todos modos, eso no impidió que el miércoles fuera la
habitación de uno de los franceses, David, que nos invitó a cenar todos juntos
crepes francesas recién hechas… ¡Deliciosas! Allí mismo conocí a Pablo, un
chico español que vino con la misma beca que yo a Nagoya, pero que después
volvió y se ha quedado. Hace poco le han contratado en una empresa aquí, así
que su futuro más próximo en Japón ya está asegurado. También conocí a su
novia, Nao-san.
No os lo he comentado pero, contra cualquiera de mis expectativas,
los japoneses tienen serios problemas a la hora de pronunciar mi nombre…
¿Porqué? No lo sé. De hecho, creía que siendo mi nombre de sílabas simples, que
ellos mismos tienen normalmente en su idioma, no pasarían estas cosas, pero no.
Al final, la mitad de ellos se empeñan en llamarme “Gádia”, que se le va a
hacer… El caso, que visto lo visto, Nao-san ya me ha puesto un mote cariñoso:
Uri-chan xD (Uri de Uriel, que para ellos tendría que ser Urieru, y como
también es difícil, pues me quedo con Uri-chan, ahora sólo falta que yo
responda a eso xD)
El viernes por la tarde me escaqueé otro poco y me fui con
Yandan (una chica china de mi laboratorio, cuyo nombre todos pronunciamos “Gentan”
xD) a la fiesta de bienvenida de los nuevos alumnos, tanto extranjeros como
japoneses, pero ahí casi sólo éramos de fuera. Según llegabas, te apuntaban en
una lista, escribías tu nombre en una pegatina y entrabas a una sala donde
estaba el resto del mundo.
Aunque se suponía que la fiesta había empezado media hora
antes de que Yandan y yo llegáramos, las cosas no se habían empezado a mover, así
que tuve la suerte de que la celebración empezó entonces y no me había perdido
nada.
Hicimos un par de juegos, los vietnamitas cantaron una
canción tradicional, un grupo de baile tradicional japonés bailó algo que
resultó ser muy gracioso, los nuevos nos tuvimos que presentar delante del
resto con micro en mano, y estuvimos charlando un poco con la gente que te
cruzaras mientras comíamos comidas de “todo el mundo” (resultó ser básicamente
china, japonesa y vietnamita, así que, hablando con los organizadores, quedamos
que para la próxima fiesta de bienvenida el semestre que viene, yo me ocuparía
de hacer algo de España, que va a ser una tortilla de patata como dios manda
xD).
En cuanto nos dejaron un poco libres, yo me puse a pulular
un poco entre la gente y acabé hablando con un montón de japoneses, pero eso de
hablar en japonés, sujetar el plato, comer con palillos de pie y además tratar
de beber algo de vez en cuando no es lo mio, así que me perdí la mitad de los
platos… No me quejo, porque al final acabé conociendo a un chico que estudia
castellano en una de las universidades de Nagoya. El chico era uno de los del
grupo de baile tradicional, y estuve hablando con él hasta que la fiesta se
acabó. Antes de irme corriendo con el resto de occidentales a cenar por ahí para
celebrar el cumpleaños de la francesa, Aude, intercambiamos los números de
móvil y ahí hemos andado, mandándonos de vez en cuando mensajes.
Para la cena, nos fuimos a un bar/restaurante, que ellos
llaman Izakaya
, y ahí estuvimos, charlando, comiendo y bebiendo hasta tarde. La
cuenta al final nos salió cara, pero nos pasamos allí unas 4 horas, y siendo Japón,
era un poco de esperar. Después de eso, el plan era ir a un karaoke, pero al
final decidimos coger un par de cervezas más y tomarnos la última en el parque
de al lado de la universidad, que se llama Tsurumai. Yo me marché a casa de las
primeras, porque había quedado con Yandan para ir a la mañana siguiente con ella
a ver el Minna no Matsuri, pero el resto se quedaron hasta no sé que hora.
Al día siguiente me desperté 10 minutos antes de la hora a
la que había quedado con Yandan, así que me hice un moño, me lavé la cara malamente,
me vestí y salí corriendo para no hacerla esperar demasiado. Para mejorar la
situación, el tiempo era buenísimo, el sol pegaba sin piedad y yo me había puesto
unos pantalones negros y había cogido una chaqueta oscura también. Vamos,
llegué allí con lo que en España serían pintas de demacrada, pero a Yandan no
le parecieron para nada y me dijo que estaba muy guapa con el pelo recogido,
¡vaya! xD
Fuimos al centro comercial donde se estaba celebrando el Minna
no Matsuri, y saludé a unos cuantos del laboratorio, pero pronto nos marchamos
a la parte del servicio, que Yandan tenía que enterarse de su turno. Es
gracioso pensar que aun no he estado en la sección privada de un centro
comercial en España y aquí ya he visto las entrañas de uno de los más grandes…
¡Jaja! Por si os lo preguntáis, al final las flores casi no se veían, pero
bueno, algo es algo =P.
El caso que al final, hablando con otras chicas del
laboratorio, Yandan cambió su turno y nos fuimos ella, Nao-san (otra diferente xD) y yo al H&M
de compras. Imposible. Muchísima gente. En la tienda, en los probadores, en la
cola… Al final no compramos nada, aparte de que nos perdimos el rastro en la
tienda, que era enorme. Yo de ahí me marché a casa, que se suponía que por la
noche me iba a ir de fiesta con las chicas, pero no las tenía todas conmigo y
quería descansar un rato.
Cuando llegué a la residencia, Aude me llamó y salí un rato
con ella, dos chicos brasileños (Daniel y Rafael) y el chico de Turkmenistán (Ravshan),
porque ya había decidido no salir de fiesta, y al ser su cumpleaños, al menos
iba a pasar un rato con ella. Pero bueno, ya sabéis, hablando una cosa
lleva a otra… Y al final me animé.
Pasamos por la resi para cambiarnos (y para arreglarme un
poco el pelo, que llevaba el moño de la mañana) y nos marchamos todas la chicas
juntas: Aude, Nora (finlandesa), Viviane (brasileña), Satomi (japonesa, novia
de Daniel), Nao (japonesa, novia de Pablo), y yo.
Antes de entrar en la discoteca, Platinum,
fuimos a tomar algo a un bar de australianos donde se supone que sirven
hamburguesa de carne de canguro, evidentemente, lleno de guiris, como nosotras.
Todavía no me acostumbro al ambiente en estos bares, mucho occidental que está malamente
pasado de copas, algún que otro japonés… No sé. Pero bueno, la discoteca lo compensó.
La entrada nos salió a 25 euros, con dos consumiciones,
bastante cara. Pero teniendo en cuenta que es de las mejores discotecas de
Nagoya, es pasable. La discoteca era bastante parecida a las occidentales, si
pasamos por alto el hecho de que se
podía comprar comida dentro, que las bebidas no tenía ni un 25% del líquido
total en alcohol, que no te podías sentar en ningún sitio si no habías
reservado antes, que sólo se bailaba en la pista de baile y mirando al DJ, que
había gente de TODAS las edades (es lo que tiene cuando hay tan poca oferta de
fiesta y estás en una de las mejores salas), que la mitad de la gente no sabe
como moverse, y los que sabían eran coreografías de sus clases de baile, que la
sala VIP era más grande que la pista de baile y que se podía ver perfectamente
quien entraba, salía y estaba dentro de ella… ¡Y que conste que me lo pasé muy
bien! Fue muy curioso, y si no fuera tan cara, repetiría todos los fines de
semana xD. Me gustó que fuéramos el grupo más numeroso de occidentales, porque
pudimos experimentar el proceso de desinhibición de los japoneses gracias al
alcohol: al principio no se nos acercaban demasiado, miraban desde lejos, pero
según fue pasando la noche, cuando habías cruzado la mirada un par de veces con
alguien, lo que hacían era acercarse y ponerse a bailar delante de ti, arrebatándote
el poco espacio que pudieras tener antes para bailar y mirando de vez en cuando
miran hacia atrás, para volver a cruzar miradas. Supongo que esperaban que yo
les hablara, pero visto mi amplio léxico y las remotas posibilidades que había
de que ellos supieran inglés, preferí ignorarles. Uno sí que se atrevió a
hablarme, pero me soltó de repente un: “¿De dónde?” tan poco educado, que me
marché con las mismas. La discoteca la cerraron sobre las 2-3, no recuerdo, así
que nos marchamos de vuelta a casa.
Al día siguiente fuimos unos cuantos occidentales al
festival de la cerveza belga que se estaba celebrando en el centro de la
ciudad. Probamos un par de ellas y luego me marché con los franceses, David y
Cédric, a la residencia, que queríamos visitar un templo de la ciudad que se
supone que se celebraba algo y había bailes tradicionales.
Al final resultó que los bailes eran el día 1 de mayo,
martes, en vez del lunes, así que me fui al laboratorio y estuvimos con el
concurso, hablando de qué hacer con el proyecto. Al final, por votación, salió
que íbamos a vaciar unas colinas en las islas para que el agua del tsunami
entrara ahí. No preguntéis, yo no voté a eso. Y otra conclusión fue que nos
íbamos a quedar sin Golden
Week en condiciones y que sólo tendríamos dos días libres, pero yo me
cogí tres de todos modos, que quería visitar a Ángel y ya lo habíamos hablado.
El martes, día del baile, era día también de limpieza del
laboratorio. Lo que yo que creía que iba a ser la típica limpieza anual, de
recoger y quietar el polvo, acabó siendo una limpieza que no habían hecho en
décadas.
Sacaron todos los libros, los
clasificaron entre nuevos y viejos, desmontaron las baldas… Como os podéis
imaginar, no pude ir a lo del baile. Me quedé ayudándoles a desbrozar esto, y
me llevé un pequeño premio: clasificando los libros entre nuevos y viejos, una
chica del labo iba a tirar uno de Tadao Ando relativamente nuevo, así que le
dije que mirara la fecha, que seguro que no era tan viejo. Y cual fue nuestra
sorpresa, cuando abre el libro y vemos el libro firmado, ¡y con una carta escrita
a mano, dedicada a un profesor del laboratorio, del mismísimo Ando, con firma y
sello! No fui la única que flipó, claro. A saber la cantidad de cosas que
habrán tirado con esta limpieza…

El miércoles, después de las clases de japonés, volví al
labo antes de marcharme a Tokio, para ver que plan había para el concurso. Me
quedé con la tarea de hacer unas secciones de las islas para el día siguiente,
que hice durante el viaje y me marché a coger el bus.
Llegué a Tokio el jueves por la mañana, y quedé con Ángel un
poco antes de que se fuera a currar al estudio donde está haciendo
prácticas:
http://www.coelacanth-kandh.co.jp/">Coelacanth
K&H. Nos actualizamos un poco y cuando se marchó, terminé lo que
tenía que hacer para el concurso y de lo envié desde una Ciber café donde, por
cierto, me dejé el USB. Desde que estoy en Japón no sé qué pasa conmigo: estoy
despistadísima, no me oriento del todo… ¿¡Qué pasa!?

Luego dejé las cosas en una taquilla y me fui a visitar la
catedral de Kenzo Tange.
Menos mal que miré un poco la
previsión del tiempo antes de ir, porque no dejó de llover en los tres días que
estuve allí… El tiempo se me echó un poco encima y llegué tarde a donde había
quedado con Ángel. Pasamos a todo correr por su piso para dejar mi mochila y
ducharme un poco que estaba reventada del viaje y tenía el pelo hecho un asco.

Para cuando llegamos,
tarde, evidentemente, los del estudio ya estaban dentro del bar y habían
empezado un poco pero, por suerte, la jefa todavía no había llegado, que no
tardó mucho más que nosotros. Comimos, bebimos, hablamos… Me lo pasé muy bien.
Kudo-san, la jefa que estaba sentada frente a mi, es una persona muy abierta y
simpática, la cena fue muy agradable. No sé cuánto salió la cena, porque se
negaron a que pagáramos nada, pero aparte de lo que pagó la jefa, unos cuantos
pusieron 100 euros.
Tanto sake servido en tallos de bambú es lo que tiene…
Salimos del bar y el último tren ya había pasado, así que decidimos pasar la
noche en un karaoke. Cantamos de todo un poco: ellos en japonés, nosotros en
inglés, los animes eran una competición entre la versión española y la japonesa...
Pero vamos, a las 6 estábamos ya todos más que agotados. Pagamos los 30 euros
de turno cada uno y nos fuimos a coger uno de los primeros trenes a casa.

El jueves visité un poco por encima la cuidad con Ángel:
Akihabara, Shinjuku, Shibuya, Harajuku, el Tokio
Sky Tree…
Por
la noche subimos a las torres de Tokio, desde conde pudimos ver a los lejos el
monte Fuji, ¡qué ilusión!

El viernes tocó un poco más de turismo y por la noche, cogí
el bus de vuelta a Nagoya, que el día siguiente tocaba trabajar en el concurso
y el toro ya nos estaba pillando.
Me divertía pensar a ver qué me encontraba cuando volviera
pero, la verdad, la noticia fue en parte mejor de lo que me esperaba: no habían
avanzado mucho durante el tiempo que no había estado, pero a cambio, habían
cambiado la idea de vaciar las montañas por la de un mega puente que conectaba
todas las islas entre sí y que sirviera de filtro para el tsunami. Algo es
algo.
Ése mismo sábado, viví mi primer terremoto. Fue de nivel dos
y, evidentemente, me pilló en el laboratorio con todos los japoneses, y menos
mal xD. Cuando empezó a temblar todo, no era todavía muy consciente de lo que estaba
pasando. Lo primero que hicimos (yo también, porque sale instintivo) es ir al
suelo. Tras el primer temblor que duró unos 3 segundos, vino un segundo, un
poco más fuerte y más largo, y ahí ya algunos se metieron debajo de las mesas.
Mayu, mi alumna tutora que estaba a mi lado, me agarró de la manita en cuanto
empezó el temblor, y cuando pasó el segundo me llevó fuera del labo, como
estaban haciendo todos, por si teníamos que salir corriendo del edificio. Pero
al ver que no pasaba nada, lo primero que hicieron todos fue encender la tele y
ver las noticias, que ya estaban retrasmitiendo la información. Entonces fue ya
cuando me empecé a dar cuenta de lo que había pasado, y cuando me entró un poco
el susto al ser consciente de que esto se supone que es normal. De hecho,
algunos ni se movieron del sitio hasta el segundo temblor.
Un poco raro, la verdad. Después, se pusieron a trabajar como si nada, pero vamos, a mi todavía me daba vueltas la cabeza, así que me pasé media tarde un poco dispersa. Pero bueno, ya está asumido, ahora a ver cuando toca otro y a ver si en la época de lluvias, ahora en junio, no viene un tifón que hace que la gente no salga de casa.
Un poco raro, la verdad. Después, se pusieron a trabajar como si nada, pero vamos, a mi todavía me daba vueltas la cabeza, así que me pasé media tarde un poco dispersa. Pero bueno, ya está asumido, ahora a ver cuando toca otro y a ver si en la época de lluvias, ahora en junio, no viene un tifón que hace que la gente no salga de casa.
Lo dejo aquí, que me he entretenido bastante más de lo que
esperaba. ¡El resto de la semana y este finde os lo cuento próximamente!
¡Un saludo a todos!
バイバイ☆(^∀^)ノ~~
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